viernes, 13 de julio de 2012

Se acabó el cheque, empieza el ruido.


Aunque viendo la foto pudiéramos pensar en alguna manifestación abertzale en pleno monte de Artxanda, la verdad es que se trata de las protestas de los mineros en Asturias.

Y aunque una protesta se puede llevar a cabo de manera pacífica por cualquier calle de cualquier capital de provincia, siempre que este sector se ha manifestado lo ha hecho con idéntica violencia y bajo el gobierno de un mismo partido político, el PP...¿casualidad? No me pronunciaré.

Para 2012, la cifra presupuestada para el sector de la minería es de 656 millones de euros, de los cuales 320 corresponden a la partida de prejubilaciones, que no sufre ningún ajuste y 186 van destinadas a las empresas explotadoras. No obstante, con esa dotación, el carbón está posicionado a la vanguardia de los sectores más subvencionados del país, por encima del turismo y el automóvil que, en conjunto, suponen el 20% del PIB y emplean en España a 2,7 millones de personas, según Industria. La minería, por contra, lo hace sólo a 4.000 personas, tras haber llegado a emplear a más de 40.000 a comienzos de la década de los noventa, cuando comenzó su declive.

La notable reducción de capital humano ha sido absorbido, fundamentalmente, con cargo a las cuentas públicas a través de las prejubilaciones. La falta de eficiencia en el manejo de los recursos ha sido una cuestión reconocida por los propios sindicatos del sector. Sólo en Asturias, las centrales llegaron a cifrar la cuantía de los fondos mineros sin ejecutar por la ausencia de proyectos en más de 930 millones de euros. Me gustaría que las corporaciones mineras explicasen el destino de las cuantiosas ayudas públicas otorgadas desde la Administración Central en los últimos años y que desde 1990 han supuesto un desembolso total de 24.000 millones de euros para los distintos planes específicos.

Con todo esto y algo más, después de los enfrentamientos directos contra la policía en Asturias, propios de los abertzales, y tras haber vivido una larga temporada dorada bajo el silencio del talonario socialista (pagado por cada españolito), me asquea el oportunismo subvencionado de este sector.