domingo, 23 de marzo de 2014

"Bañada en salitre"




Hace años le escuché tocar junto a Antonio Vega en uno de mis primeros periplos romanceros por Pamplona.

Y aunque con dieciocho años me parecía que nada sería para siempre, ésta canción confirma que los dieciocho son pasajeros y gracias a Dios la cordura, en algún momento, se instaló en mi sin visos de que fuese a huir. Aunque a veces haga sus escapadas y me deje con la desprotección propia de un pesquero al través del barlovento.

El caso es que en Domingos como el de hoy, grises, tristes y lluviosos, la memoria me lleva a través de sus -nuestros- recuerdos a paisajes del Sur, del Norte, de Castilla...recuerdos de pequeño cuando corría "corito" por Ris con toda la familia. Cuando los bocadillos de tortilla de mi madre eran una tradición en jornadas maratonianas de playa en la Segunda del Sardi. Al sabor del mar cuando los Domingos íbamos a pescar a Corcho.

El caso es que en Domingos como el de hoy, me vuelve el sabor de los besos salados que me daban saliendo del agua del Puntal.
El mismo sabor a sal con el que se iba los Domingos a la ciudad de la "Bella desconocida".
El mismo sabor que echaba en falta al volver a Santander cuando a quién ella echaba en falta era...

Y es que soy como algunas flores que crecen en las dunas, que al subir la marea se hacen invisibles.
Y es que algunas duermen a la luz de la luna persiguiendo sueños imposibles.
Así soy yo.

El caso es que como cantaba aquella noche de San Fermín -no yo- "bañada en salitre flota en la memoria de los días grises".
 


No sabéis de quién se trata, aunque no haga falta imaginar que el color carmín de sus labios siempre deja marca.

Para bien o para mal.

Porque "de alguna manera tendré que olvidarte, tengo que olvidarte de alguna manera".

Un beso y cuidado al salpicar.

lunes, 17 de marzo de 2014

Disfruta tú también.



La esperanza es lo primero que se pierde cuando alguien se cruza en tu camino y te tuerce los pies.


Y en ese mismo momento las flores se convierten en pisadas sin relojes, sin arena, ni lápiz, ni papel...


Soy de los que piensa que un segundo es demasiado tiempo y que ya no hay invierno que no entienda de amor.


Porque desde hace tiempo prefiero no bailar, a recoger tus pasos.


Porque como escribía Sabina (con intercambio de papeles): "Peor para el sol que se mete a las siete en la cuna del mar a roncar, mientras un servidor le levanta la falda a la luna.


Porque últimamente disfruto viendo amanecer con los Raqueros al borde del mar.