martes, 16 de agosto de 2016

Im/politicamente correcto.

Si no se modera tu orgullo, querido Pedro, él sera tu mayor castigo.

Porque vuestra fama es como la flor que brota y muere; y la marchita el mismo sol que la hizo nacer de la acerba tierra.

Y es que no menos que el saber, debiera placerte el dudar. Pero tú no dudas. Tremenda osadía, la mia.

Porque España necesita dejar aquí y ahora todo el recelo.
Toda cobardía es necesario que muera aquí.

Porque no hay mayor certeza la de que la raza humana se encuentra en la mejor situación cuando posee el más alto grado de libertad.

Y buscarla - la libertad - es un don tan preciado como sabe quien por ella dé la vida.

Y aunque aprendido debieras de tener ya que el hombre debe siempre que pueda, cerrar sus labios antes de decir una verdad que visos tenga de mentira, bien aprendido tienes ya que, siempre la confusión de las personas principio fue del mal de la ciudad.

El caso es que de España hablaban así, cuando el sol no se ponía en nuestro imperio:
                     " Tan gentil es el porte de mi amada - España - tanto digna de amor cuando saluda, que toda lengua permanece muda y a todos avasalla su mirada".

Y es que no hay mayor dolor que recordar los tiempos felices desde la miseria.

El caso es que cuando el sentido común le dice a un Españolito que viene al mundo "nunca más", el subconsciente sonríe mientras piensa, "ya veremos".

Pero aún en tiempos de zozobra nacional, sigo creyendo a pies juntillas en aquella dedicatoria que el gran Pérez Reverte esbozó sobre aquella "Piel del Tambor" que de adultescente leí y que hoy suscribo:

                    " Mientras haya una taberna en la esquina, una frasca de vino y media docena de camaradas leales, España seguirá mereciendo la pena".

¿Porque qué importo la suerte de Julio César cuando la que estuvo en juego fue la del Imperio?