domingo, 2 de abril de 2017

Hacer el amor. O lo que ames. Pero hazlo.

"Las cosas no se dicen. Se hacen. Porque al hacerlas, se dicen solas".

Otra frase de autoayuda de gama baja que descubro en una fachada grafiteada de lo que antaño pudo ser un local de copete en el centro de Guecho. Otro consejo petardo que llegó tarde. Otra frase cursi y pasada de moda. Otro deseo incumplido. O quizás no. Quizás amaban tan enfermizamente lo que hacían que por eso quebró el negocio...el caso es que de aquello ya no queda nada mas que sus dueños, tapiados tras un grafiti. Todo un epitafio con mayúsculas. Pero ahora que ya no están, sólo podemos admirar su belleza. Como suele pasar con todas las cosas imposibles, utópicas, efímeras, fugaces. O quizás no. Como si sus anteriores dueños nos quisieran legar algo positivo tras su fracaso. Como si nos apuntaran con sus dedos desde su nueva vida que nuestro verdadero camino no está donde ahora estamos.

Exactamente igual ocurre con "Ama lo que haces". La vida es demasiado corta como para odiarlo. O simplemente como para que te dé igual. Porque el día menos pensado puedo ser yo el que, con el spray amargo del "con lo que yo he sido", acabe pintando mi grafiti en cualquier esquina de cualquier rincón de mi vida.
"Ama lo que haces" son 24 horas para todo el mundo. Y tengamos en cuenta que, si de media dormimos 8 horas, invertimos 3 en comer, 2 en transporte y logística y 3 en ver la televisión -para analizar-, nos queda un tercio de día que, en teoría, debiéramos dedicar a hacer lo que realmente amamos. Y da la casualidad de que ese tercio coincide con la jornada laboral de cualquier españolito medio.

Amar hasta el fondo. Pero ojo, amar no resulta perfecto del todo. Significa que has de estar dispuesto a odiar el hecho de amarlo tanto. Porque amar lo que haces significa perder el sueño cuando las cosas no van bien. Amar lo que haces es llevarte los problemas a casa, no dejar de pensar en otra cosa cuando te da pereza dejar de pensar.

Y aún así, con todo esto, el grafiti y yo te decimos que hagas las cosas que amas. Vale la pena. Sobre todo porque dicen que amar, lo que se dice amar, casi nunca es una opción.

Pero, ¿cómo se empieza? preguntas mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.
Se empieza como se empiezan todas las cosas buenas.
Siempre por el final.

Por hacer lo que amas.

Tan utópico, sencillo y estúpido que ya empiezo a pensar que sólo puede ser verdad.