sábado, 18 de marzo de 2023

Te (pre)quiero. Y te asmo.

 Dejé ir a la gente que lo necesitaba, porque hacer lo que más le conviene a otro, incluso si te rompe, es el verdadero significado de querer a alguien. Perdoné a los que pidieron disculpas de manera sincera. Les perdoné de verdad. Nos vino bien a ambos. No todo el mundo se merece una segunda oportunidad. Aprendí en quién pude volver a confiar y de quién no tuve que volver a saber. Jamás me arrepentí de equivocarme con las decisiones que he tomado. Eran exactamente lo que quería en ese momento y la decisión que tomé no habría sido otra. Si salió mal, he utilizado la experiencia para aprender de mis errores, seguir adelante y no volverlos a cometer. Sé abierto y honesto, siempre. Escribe cartas a los que se lo merecen. Escribe cartas de amor. Escribe cartas de agradecimiento. No dudes que serán atesoradas.


Lee mucho. Ten un libro siempre al lado de tu cama. Expandirá tu imaginación, te enseñará nuevas cosas y será un lugar al que puedas escapar cuando la vida se complique. Yo a veces me escapo y tardo días en volver. Si quieres a alguien, díselo. Puede que no consigas otra oportunidad, y jamás deberías vivir rodeado de “a lo mejores”. Viajo siempre que puedo. Es importante para mi, emocionante, liberador. Explorar el mundo tiene un valor incalculable. Vive por ti mismo. Aprendí a decir "sí" y estoy aprendiendo a decir "no", gracias a mi (odiosa) nueva psicóloga. Y nunca jamás olvides que eres valioso. Elimina de tu vida a las personas que no te aprecian, y mantén cerca a las que sí ven aquello de lo que eres capaz. Supongo que el camino que he escogido me ha ido amoldando para mejor y todo ha sido justo como tenía que ser. Nunca he creído que haya perdido el tiempo. Todas las situaciones contra las que he tenido que luchar han hecho que me encuentre tal y como estoy ahora. Y ahora es el mejor momento que hay, así que tendré que aprovecharlo. Quizás, a veces, esté cansado de cargar con tanto peso de más. Quizás es que ha llegado el momento de sincerarse sobrios y dejarlo todo al desnudo entre tú y yo. De una vez por todas, y también por las que vendrán.

Y puede que al final algún día no necesitemos ningún manual y aprendamos la lección de que el secreto del secreto está en no tener secretos, porque precisamente son las verdades las que hacen que seamos quienes somos. Que es mejor lanzar la bola de nieve cuando es pequeña. Que puede que después de confesar eso que no te atreves a decir, no haya vuelta atrás pero, no pasa nada, yo hace tiempo que sólo miro el futuro. Y que luego, si por una vez nos cuadran las cuentas entre tú y yo, dejaremos de escuchar a los médicos y nos fumaremos un cigarro y beberemos un copazo, como si fuéramos a morir. 

Porque he decidido que la próxima vez que salga con una chica, será con una chica que ame viajar. Porque me lo merezco. Nos merecemos una mujer capaz de darnos la vida más colorida que podamos imaginar. Si solo la tenemos para darle monotonía, horas trilladas y propuestas a medio cocinar, nos vendrá mejor estar solos. Pero si quieres el mundo y los mundos que hay más allá, invita a salir a una chica que viaje. O mejor aún, te invito a salir a ti. A la del verdejo y uñas de verde. A la chica del vaquero y la consulta pequeña. A la chica que en la misma frase me pide libertad mientras me confiesa que me echa de menos...a la misma que me pide arriesgarnos un poco más.

 Y que la próxima vez que le cuentes que le amas, te pregunte que cómo sabes que eso es amor. Y le respondas que porque piensas en ella y no puedes respirar. y entre carcajadas y algún beso te responda: -eso es asma-. Y entretejido en tu precios pelo castaño te diga: -Pues entonces, te asmo-.

martes, 3 de enero de 2023

Brújulas que buscan sonrisas perdidas.

 Regresé. 


Con mucha sal en la mirada, con la ropa desatada y un trago amargo en la garganta que no me dejaba respirar. 

Siempre vuelvo al refugio de un puerto dónde mis letras, ancladas, se confunden con la triste mirada varada, de una persona cansada de esperar. 

Y es que nunca sé muy bien por dónde van los temporales, ni siquiera cuando apuntan a mí.

Nunca he sido de chalecos salvavidas. 

Ahogarse es el precio de sentir. 

Aún cuando soy yo el que se ató a ese lastre, a sabiendas de que con él, me hundiría yo también. 

Imagino que me despojo de mis heridas, que soy libre, del todo libre, libre hasta de mi. 

Que abandono todo lo que no tiene valor para perderme de nuevo en El Puntal, a observar un horizonte turquesa infinito.

Que entierro mis pies en la arena, me dejo llevar por el nordeste más frío y ahí, en la soledad de mi yo con el mundo, vuelvo a sonreir.

Porque esta será la última vez que brillará el faro que siempre recordará lo que fuimos, como constancia de que el tiempo tiene la fea costumbre de olvidar todos los hechos. 

Conviene saber que incluso tras la noche más oscura, siempre vuelve a amanecer.

Y hubiese convenido saber que, aunque jamás nos lo dijeran de pequeños, el amor es el único juego en el que había que empatar.

Y habría hecho falta saber que no hay persona sin su colección de espinas y que nada escuece más que escuchar un disco a solas de Sabina

Pero en mi Puertochico, de nuevo, sonreí. 

Qué forma más preciosa de volver a comenzar.

Con mi brújula en busca de la sonrisa más perdida.


Bienvenido Enero, volvemos a la mar.