sábado, 1 de enero de 2011

Propósito para este nuevo año...


La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. Por eso, canta, ríe, baila, llora y vive intensamente cada momento de tu vida antes que el telón baje y la obra termine sin aplausos.

Ubrique duerme y el gallo canta


Ubrique duerme y el gallo canta.

La hilera de ovejas blancas, pasta tranquilamente enclavada en uno de las sierras mas bonitas que jamas haya visto...

El Ubrique riega los pastos y pone música a las tranquilas noches del pueblo blanco...Fátima se atisba entre montañas y las ruinas de un castillo que en tiempos pasados albergó las historias moras que, porqué no, darían comienzo a la conquista del Reino Nazarí...sus únicos huéspedes, los venados, corzos, cabras montesas y alguna que otra perdíz...

La cruz del Tajo que gobierna desde lo alto, se viste de centurión mientras iluminada, salvaguarda los tesoros que Ubrique esconde.

Un pueblo en el que en feria, el olor a tierra mojada anuncia el fin de la estación veraniega, recibiendo con los brazos abiertos al frío otoño.

El pueblo perfecto para hacer hacer del retiro espiritual, el mejor paraíso terrenal.

Arturo Pérez Reverte << La carga de los tres reyes>>


ya ni siquiera se estudia en los colegios, creo. Moros y cristianos degollándose, nada menos. Carnicería sangrienta. Ese medioevo fascista, etcétera. Pero es posible que, gracias a aquello, mi hija no lleve hoy velo cuando sale a la calle. Ocurrió hace casi ocho siglos justos, cuando tres reyes españoles dieron, hombro con hombro, una carga de caballería que cambió la historia de Europa. El próximo 16 de julio se cumple el 798 aniversario de aquel lunes del año 1212 en que el ejército almohade del Miramamolín Al Nasir, un ultrarradical islámico que había jurado plantar la media luna en Roma, fue destrozado por los cristianos cerca de Despeñaperros. Tras proclamar la yihad –seguro que el término les suena– contra los infieles, Al Nasir había cruzado con su ejército el estrecho de Gibraltar, resuelto a reconquistar para el Islam la España cristiana e invadir una Europa –también esto les suena, imagino– debilitada e indecisa.

Los paró un rey castellano, Alfonso VIII. Consciente de que en España al enemigo pocas veces lo tienes enfrente, hizo que el papa de Roma proclamase aquello cruzada contra los sarracenos, para evitar que, mientras guerreaba contra el moro, los reyes de Navarra y de León, adversarios suyos, le jugaran la del chino, atacándolo por la espalda. Resumiendo mucho la cosa, diremos que Alfonso de Castilla consiguió reunir en el campo de batalla a unos 27.000 hombres, entre los que se contaban algunos voluntarios extranjeros, sobre todo franceses, y los duros monjes soldados de las órdenes militares españolas. Núcleo principal eran las milicias concejiles castellanas –tropas populares, para entendernos– y 8.500 catalanes y aragoneses traídos por el rey Pedro II de Aragón; que, como gentil caballero que era, acudió a socorrer a su vecino y colega. A última hora, a regañadientes y por no quedar mal, Sancho VII de Navarra se presentó con una reducida peña de doscientos jinetes –Alfonso IX de León se quedó en casa–. Por su parte, Al Nasir alineó casi 60.000 guerreros entre soldados norteafricanos, tropas andalusíes y un nutrido contingente de voluntarios fanáticos de poco valor militar y escasa disciplina: chusma a la que el rey moro, resuelto a facilitar su viaje al anhelado paraíso de las huríes, colocó en primera fila para que se comiera el primer marrón, haciendo allí de carne de lanza.

La escabechina, muy propia de aquel tiempo feroz, hizo época. En el cerro de los Olivares, cerca de Santa Elena, los cristianos dieron el asalto ladera arriba bajo una lluvia de flechas de los temibles arcos almohades, intentando alcanzar el palenque fortificado donde Al Nasir, que sentado sobre un escudo leía el Corán, o hacía el paripé de leerlo –imagino que tendría otras cosas en la cabeza–, había plantado su famosa tienda roja. La vanguardia cristiana, mandada por el vasco Diego López de Haro, con jinetes e infantes castellanos, aragoneses y navarros, deshizo la primera línea enemiga y quedó frenada en sangriento combate con la segunda. Milicias como la de Madrid fueron casi aniquiladas tras luchar igual que leones de la Metro Goldwyn Mayer. Atacó entonces la segunda oleada, con los veteranos caballeros de las órdenes militares como núcleo duro, sin lograr romper tampoco la resistencia moruna. La situación empezaba a ser crítica para los nuestros –porque sintiéndolo mucho, señor presidente, allí los cristianos eran los nuestros–; que, imposibilitados de maniobrar, ya no peleaban por la victoria, sino por la vida. Junto a López de Haro, a quien sólo quedaban cuarenta jinetes de sus quinientos, los caballeros templarios, calatravos y santiaguistas, revueltos con amigos y enemigos, se batían como gato panza arriba. Fue entonces cuando Alfonso VII, visto el panorama, desenvainó la espada, hizo ondear su pendón, se puso al frente de la línea de reserva, tragó saliva y volviéndose al arzobispo Jiménez de Rada gritó: «Aquí, señor obispo, morimos todos». Luego, picando espuelas, cabalgó hacia el enemigo. Los reyes de Aragón y de Navarra, viendo a su colega, hicieron lo mismo. Con vergüenza torera y un par de huevos, ondearon sus pendones y fueron a la carga espada en mano. El resto es Historia: tres reyes españoles cabalgando juntos por las lomas de Las Navas, con la exhausta infantería gritando de entusiasmo mientras abría sus filas para dejarles paso. Y el combate final en torno al palenque, con la huida de Al Nasir, el degüello y la victoria.

¿Imaginan la película? ¿Imaginan ese material en manos de ingleses, o norteamericanos? Supongo que sí. Pero tengan la certeza de que, en este país imbécil, acomplejado de sí mismo, no la rodará ninguna televisión, ni la subvencionará jamás ningún ministerio de Educación, ni de Cultura.

Cerrando el año

Abristeis la caja de pandora y ahora no tenéis un par de cojones para cerrarla de una puta vez. Y es que eso es lo que le hace falta a esta pobre España que con vosotros le ha tocado cargar...

Cojones para decir NO a la inmigración; cojones para dar un golpe encima de la mesa y decir que con España y sus territorios no se juega; cojones para defender a las mujeres policías maltratadas estos días en una ciudad española como lo es Melilla. Tan española o más como Barcelona o cada una de las capitales de provincia de las vascongadas.

Porque cuando de verdad ha hecho falta que la cúpula de mascachapas y peinaovejas del gobierno demostrara su aptitud para embolsarse 20.000€ al mes, el señor Desatinos, descansaba su barriga agradecida en las tranquilas aguas de la costa francesa, Fredy el químico pasaba las horas muertas espiando con el SITEL, y el señor Zparo, luchaba en una enfrascada contienda por encontrar la neurona que le impide orinarse en público.

Y ya se que al sector más reaccionario, cerril y zopenco del PSOE, les molestará esto que voy a escribir, pero como si de Popeye en busca y salvación de Olivia se tratase, ha tenido que hacer aparición Aznar en territorio melillense...y lo que más les habrá jodido aún: el pueblo rememorando el "bienvenido Mr Marshall", recibió al ex-presidente del gobierno español al grito de "Presidente, presidente"....

00:34José María Aznar visita la frontera de Melilla...
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Y yo me pregunto, ¿Y dónde se encontraba la ministra de des-igualdad? Pues seguramente en alguna caza de brujas contra el machismo y la xenofobia, eso si, lejos de la frontera mora.
Y es que es muy fácil ser un abanderado del progresismo cutre y libertino, cuando se trata de subvencionar a los travelos y maricones de Zimbaue, y mirar para otro lado cuando a las miembras (va por ti, Bibiana) de los cuerpos y fuerzas de sefuridad del estado les están partiendo la cara, una docena de moros hijos de puta sublevados gracias a la permisividad de este gobierno de pacotilla y charanga que tenemos.

Pero la verdad es esta, y es que tras un duro año, colapsado dicho sea de paso por el pleno empleo, el superhabit en las arcas de la seguridad social y la prohibición por cojones de la Fiesta Nacional en Cataluña, es natural, compresivo y de agradecer, que esta panda de soplapoyas a domicilio, se tomen un respiro y deleguen las obligaciones a las que nunca ellos se han visto obligados, en manos de gente con al menos un par de dedos más de frente de los que tienen ellos.

España y los españoles no nos merecemos lo que estáis haciendo con nosotros. No nos merecemos gente como vosotros, licenciados del pucherazo y diplomados del timo del tocomocho. Basta ya de sinvergüenzas, de ladrones con títulos de presidentes, alcaldes, diputados, consejeros y ministros...de maricones de propaganda y afiliados de carnete.

Pero lo mas triste del cuento de Caperucita, es que España no cuenta, en un futuro próximo, con ninguna solución esperanzadora, pues Aznar cumple ,desgraciadamente, el título de EX-presidente.