Porque hay veces que aún muriendote de pena, el segundero del reloj de la mano que acaricias permanece impasible . Como un muro infraqueable donde las horas transcurriesen inconscienes en su devenir.
Porque hay momentos en los que, aún mostrándose débil, no existe nadie que se atreva a dar un paso más allá del ¿qué te pasa?.
Porque hay momentos en los que la soledad eclipsa a la mejor de las compañías.
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