martes, 10 de marzo de 2015

Dime que hay trato.

Amanece en Madrid y es el mismo sol que en Cuba no te ve.
Y las golondrinas vuelan bajo, siempre.

Va a llover amor, va a llover.

Y una gota me caerá sobre la frente y otra gota sobre el resto de la piel.
Con tu aroma de niña morena en mi vientre y una ola que se nos rompió a la vez.

Me llora el ojo.
Ven niña de ron y soles.

Te miro como ningún hombre te mira.
Te veo y me hago sol para quemar tu nombre.
El mismo que alguna vez, besó la piel de mis amores.

Te toco con el son de una habanera abierta, de las que secan todo el mar, habiendo por medio sólo tierra para poder cruzar tu piel, adolescencia.

Te miro como un loco a su deseo.
Te ansío como un preso, libertad.
Te miro y creo en Dios.

Amanece en Madrid y quería mandarte un beso en el silencio.
Y saldré a buscarte en una nube gris.
Pero sólo conseguí que se vieran en la luna, llenas las botellas de tu ron.

Desdibujé la cara que no pude más que despedir.
Recordé, sin más que no pude, la sonrisa de caracola que aprendí del carmín.

Hoy te escribo, pero no estás.
Hoy te sueño, ya te vas.

Y sólo aprendí que el amor, si no muere, te lo matan.

Pero esta noche hay luna llena. Iré llenando dos vasos de ron.
Por si acaso hacemos tregua de caricias.
Por si acaso el tiempo nos cubre de razón.

Tan solo una más.
El último trago.

Al menos está vez, dime que sí hay trato.

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