sábado, 8 de septiembre de 2012

Cuando llueve en soledad.


Hoy es un día de esos en los que me encantaría que el telón bajase, se apagara la luz y me pudiera quitar esta maldita careta que nunca acabó de sentarme bien.

Ver las butacas vacías, escuchar el silencio del mejor aplauso, ese que nadie te dará.

Disfrutar de la inmensa soledad de este teatro. El teatro de la vida. Una soledad que antaño me asfixió y de la que hoy hago la mejor pareja de baile.

Siempre es la misma función, el mismo espectador, el mismo escenario.

Bailemos sin que nadie nos vea.
Lloremos sin que nadie nos oiga.
Soñemos sin que nadie lo sepa.

Ríos de soledad, sueños en alquiler, lágrimas de metal.

Porque estos días sólo llueve en soledad.

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