domingo, 23 de febrero de 2014

Borrador



El título de éste pensamiento que comparto, no es más que el lugar en el que hoy guardo aquello que diría con el corazón en la mano pero que prefiero callar con la cabeza en su sitio.

Hay tantísimas ocasiones en las que nos callamos y con seguridad erramos. Pero hoy, la prudencia -una de las cuatro virtudes cardinales- me asegura que, sin duda, el mejor estado es el de "no entregado"

¿Recuerdas cuando el mar en el que te bañabas nos contemplaba tan inmenso? ¿cuando la tarde caía con nosotros entre besos?

Recuerdo como la dignidad esperó a que volviera.

Igual que cuando el espada deja pasar el burel con un pase de pecho.

Y olé.

Porque en muchas ocasiones, el dolor es mejor que la pena.

Decide tú que puedes.

domingo, 2 de febrero de 2014

La Marinera, Santander.



De esas tardes que te encuentras en casa estudiando los mercados monetarios y de repente escuchas la sirena de una barco despidiéndose de Santander. Y caes en la cuenta de lo maravilloso que es vivir en una ciudad bañada por el Cantábrico…aunque haya noches que se enfurezca y arrase con todo. Pero, ¿quién no ha vivido enfados en una relación? Pues ésta que el mar tiene con la ciudad no iba a ser menos.

Santander es salada. Y por ende sus huéspedes tenemos la gran suerte de viajar lejos y ansiar ese olor a salitre. A Machina que decimos los de aquí. Nos sentimos raros cuando nos entran las ganas de pasear y no tenemos orilla por la que caminar. No tenemos playa que enseñar, aún mejor si se va de la mano y es entre dos.

Tiene faltas, como todas (las novias me refiero). Pero sin ellas dejaría de ser ELLA.

Te cansas de sudar bajo la lluvia y de tiritar calado hasta los huesos. Pero al rato, respiras su perfume y le dices al oído (porque escucha): ¿Cómo no te voy a perdonar?



Santander , La Marinera, es la que más quiero yo.

Feliz Domingo.