domingo, 23 de febrero de 2014

Borrador



El título de éste pensamiento que comparto, no es más que el lugar en el que hoy guardo aquello que diría con el corazón en la mano pero que prefiero callar con la cabeza en su sitio.

Hay tantísimas ocasiones en las que nos callamos y con seguridad erramos. Pero hoy, la prudencia -una de las cuatro virtudes cardinales- me asegura que, sin duda, el mejor estado es el de "no entregado"

¿Recuerdas cuando el mar en el que te bañabas nos contemplaba tan inmenso? ¿cuando la tarde caía con nosotros entre besos?

Recuerdo como la dignidad esperó a que volviera.

Igual que cuando el espada deja pasar el burel con un pase de pecho.

Y olé.

Porque en muchas ocasiones, el dolor es mejor que la pena.

Decide tú que puedes.

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