miércoles, 8 de octubre de 2014

Y el ébola llegó a Europa.

No seré yo quien defienda la gestión de la Ministra de Sanidad, cuando menos, más que cuestionable.
E indudable es mi pasión por los animales, sabida por todos los que me conocen.
Culpa ninguna tenía el perrete Excalibur y sín embargo, esta tarde, ha sido sacrificado.

Pero, como veis, siempre existe un "pero".

Pero ¿qué pasa con los más de 3700 niños que el ébola ha dejado -hasta el momento- huérfanos en África?
Pues por lo que se ve, nada.
Nadie protesta, nadie se manifiesta, nadie habla.

Todos callan. Porque a ninguno de estos niños les hemos puesto cara, ni ojos, ni sonrisa.
No les hemos puesto alma porque seguramente la suya murió con sus padres.

Y es que de repente miramos hacia África porque nos da miedo que nos contagien el ébola.
Porque el hambre no se contagia y por eso, les damos la espalda.


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