lunes, 29 de septiembre de 2014

La huída.

Sobre consumir el mundo me hablaron una vez.

El tiempo huye y se escapa.
Y cuando quieres echar a correr te das cuenta de que ya todo terminó.

Y que cada vez que me vuelva a acordar, me resulte menos doloroso huir que obligarme a que les hable de ti.
Y que cada vez que te vuelva a mirar, me resulte más fácil morir que obligarme a decir la verdad.
Y que cada vez que vuelva a tener hambre de tu boca, dos días sean mucho más que cien años de soledad.

Y es que nuestros destinos pudieron ser éstos o pudieron ser otros del todo distintos porque lo que de nosotros fue en ningún sitio quedó recogido.

Por eso desde hoy me he propuesto dejar mi huella incluso en el lugar más inhóspito, deshabitado y oscuro de ese alma que una vez me aconsejaron consumir.

Porque mundo y alma huyen entre tanto.
Porque entre tanto yo decidiré en qué momento huir, pensando cómo consumir el mundo entero a cada instante, por si acaso el futuro nunca quisiera llegar.

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