domingo, 28 de septiembre de 2014

Capítulo V. Y Beirut le dio la bienvenida.


Recuerda como, hace un puñado de horas, paseaba por la ciudad que le vio nacer, crecer, aprender y sudar en verano la palabra amor. Y sin tiempo para maniobrar, se encontraba ante los ojos de una cultura del todo sorprendente y desconocida para él.

Todo había sucedido demasiado rápido como para haberlo digerido ya. Las despedidas en su vida siempre albergaban un sentimiento comparable al de un beso sin billete de vuelta. Para ella, enterarse de que la persona a la que quería trabajaba como mercenario a las órdenes de algún gobierno occidental había sido algo más que una mala noticia.

Aún recuerda las lágrimas recorriendo aquel rostro que no hace muchas noche besaba prometiendo ser más en un futuro. Se culpaba de no haber sido más sincero con la mujer que hasta ese momento había colmado su vida. La oficial.

Pero desde Langley le habían reservado destino ya. Su nuevo objetivo estaba claro. La carta que el día anterior había recibido ordenaba explícitamente, y por el momento, establecer contacto con alguna de las células yihadistas activas en el país. Y sin más tiempo que el necesario para meter en una mochila un par de pantalones, tres camisetas y dos calzoncillos, cerró la puerta de casa y la de la trampilla a sus recuerdos más dulces.

Beirut le daba la bienvenida con 36º C, un 87% de humedad y cuatro soldados armados hasta los dientes preguntándole por su pasaporte y por su presencia allí. Sin tiempo para reaccionar, un Chrysler de cristales tintados llamó su atención. Del coche, poco discreto para aquel escenario, descendió una melena morena de ojos verdes electrizantes.
 La sensualidad vestía aquella silueta femenina. Al menos eso le hubiese gustado ver; sín embargo,  el hiyab no le permitía más que vislumbrar una mirada acechante acercándose. De todo lo que esa mujer habló con los soldados, él sólo entendió las palabras yankee, C.I.A y اذهب إلى الجحيم, que era algo así como "¡Iros al carajo!

Una vez en el coche, advirtió que detrás de esa mirada se escondía quien sería su contacto durante su estancia en el Líbano.
Faatina, que en musulmán significaba 'cautivadora', pertenecía a la inteligencia iraní y después de dos años sobre el terreno se había convertido en una de las fuentes más fiables que la "Agencia" tenía desplegada sobre el Mediterráneo.


...y hasta aquí puedo leer.

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