martes, 24 de mayo de 2016

Andalucía. Tierra de grana y oro.



Un toro y el caballo. Y la vida, sin reloj, sin horario, sin fecha en el calendario.
La lluvia y su olor a tierra mojada.
Los atardeceres con sus farolillos. El viento y la historia, pasada.

La dehesa con su inmensidad.
El toro con su honestidad.
Los pastos rebosantes de vida. Ilusión. Y pasión.

El sur y su embrujo andaluz.
El punteo de su guitarra. El duende de esa mirada que encierra arte y tradición.
El sur y su traje de luces. El sur y sus mujeres, con sus trajes de lunares.

El cadencioso vaivén de unas alforjas al galope.
Pura raza.
Pura vida.

Amaneceres al refugio de la lumbre.
Atardeceres al relumbre del zarcillo de bellas muchachas.

Mi musa, la andalusí.
Por la que tantas lunas recorrí.
Por la que tantos soles defendí.

Aquella que exprime mi mas pura esencia.
La que enciende su sola presencia con una sevillana y ¡olé!
La misma por la que, en otras guerras, ya lloré.

Andalucía.
Eres bella, eres pura. Eres Virgen de las Armarguras.

Andalucía.
Eres fuego, eres campo. Eres fino y manzanilla.

Andalucía.
La misma a la que, cada noche, sueño que hago mía.

¡Anda, Lucía!

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