viernes, 29 de julio de 2016

Fue un placer.

Se desnudo en frente de mi de la manera más erótica posible.
Sin tapujos.
Se desabotonó los prejuicios.
Se quito los miedos.
Se dejó ver los recuerdos.

...

Pero no fue su desnudez.
Fue sólo el placer de haberla probado.

...

Y aunque esa fue la primera vez que hicimos el amor, hacía mucho tiempo que veníamos haciéndolo.
Amor con miradas, con sonrisas, con roces, besos a escondidas. Amor del que pinta tatuajes y deja cicatrices. De esos que duelen en la piel.
Amor de los que hay que vivir hasta morir. Si, amor así. Amor del nuestro, amor del bueno.

A bocanadas.
Al tirón y por derecho.

Tenía mucho de lujuria en sus labios.
Me encantaba besarnos. Pero no en privado.
Los espectáculos como ella lucen más en abierto.
Y el mundo era mejor contigo ahí afuera.
Bailando.

Y que me queme tu piel como el sol lo hace con la tuya en la arena del puntal.
Pero que jamás lo hagan tus palabras.

Y es que lo peor del amor cuando termina son las habitaciones ventiladas.
El sístole sin diástole, sin dueño.
Condenar a la hoguera los recuerdos.
Las golondrinas muertas sobre la almohada.

Cuando al punto final de los finales,
no le queda un par de puntos suspensivos.

Y es cierto que podría ponerme digno y decirte:
"Toma mi dirección cuanto te hartes de amores baratos de un rato...me llamas".

Porque aún a sabiendas de que todo era un error...
Fue un placer cometerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario