lunes, 7 de agosto de 2017

"No hay distancia insalvable para quienes se han visto por dentro"

"..."

Ellas llegan, te enamoran y se van. Te dejan en la mano un par de versos y un vacío en el alma lo suficientemente grande como para acabar el poema. Ese y otros cien. Ellas tienen la culpa de que escriba. La culpa del desamor. De la guerra. Si me apuras, del hambre. Están por todas partes. Nadie está a salvo. Nadie está a salvo del amor. De sentir.

Llámalo poesía, si quieres.

O instinto de supervivencia...

Soy uno de los que quedan., de los valientes, de los que son poesía.
De los que miramos al miedo de frente y le pisan las ganas de ir por delante.

A aquellos que creen que la música nació de tu risa,
que irían al fin del mundo por ti.
si no fuera porque prefieran quedarse a tu lado
(que ahí la vista es más bonita)
que se enamoran de los defectos porque te hacen más humana
y les acerca al imposible de cumplirte;

que te buscan, que te esperan,
que te sueñan, que te llenan.

El caso es que, para mi, existen siempre dos tipos de personas:
Aquellas con las que todo acaba cuando te acuestas con ellas
                                               y
aquellas con las que todo empieza cuando te despiertas a su lado.

No soy mucho de llevar relojes.
Yo, el tiempo lo mido por sonrisas.
Y ya hace tres que te espero.

sábado, 5 de agosto de 2017

La más bella de aquella fiesta.

Y puede que esta noche suene la voz que lo cambie todo.
También puede que no y siga partiendo mi rumbo.
Porque si me das un papel te hago reina,
si te bajas la falda te juro.

Tú y cualquier frase silente entre la luz.
Tú y el motivo de los besos que no sigo.
Tú, reflejo que devuelve aquel azul.
Océano buscándote en el río.

Promesa en un pronombre posesivo.

Y la Luna, que hoy no es llena, es para ti.
Te la traje en un café. Aún dormías en Pintores. Y me fui.
"Luego vuelvo cuando vuelvas tú también".
Y aún dormida, dijiste "sí".

Tú, un velo migratorio hacia el sur.
Tú, llevando en mi futuro tu pasado.
Tú, cuando cualquier beso era poder.
Y es que aún a cántaros tiene que llover.

Promesa en un pretérito imperfecto.

"Me encanta tú nombre" - "a mi no tu ropa"
y en sólo una frase desmonta la poca vergüenza que tengo.
No escribo una nota desde aquella playa sin pensar en ti.

Juramos bañarnos en todos los mares,
cantarnos bajito los discos a medias,
restarnos las penas, contar los lunares
que quedan de ti.

Dejar indeleble en mi espalda tu letra
cumplir la promesa que hiciste en el cielo,
"si cuentas nuestra historia, vida mía, volveré,
se fue sin un adiós, cumpliendo su promesa.

Te he tenido en mi pecho y sé,
cómo lates sé, de tu miedo sé,
que te han de cuidar, nunca igual que yo.
que verás París (ya lo viste), que te harán llorar,
y ahí entenderás lo que lloré yo,
aunque te de igual.

Y a cántaros aún tiene que llover...

Al parecer, la dignidad de la vida humana no estaba prevista en el plan que los nuevos salvapatrias han trazado para "su" nueva España.
Quizás, para que lo entendieran, primero hubiera que definirles lo que es la dignidad. El derecho, según y para mi, más noble y preciado que una persona puede ostentar, sólo por el mero hecho de ser persona. Debemos disfrutarlo, respetarlo y hacer uso de ella desde que nacemos hasta que descansamos entre los recuerdos de quienes nos recuerdan.

Pero a la vista de lo acontecido, la dignidad camina por la vida acompañada de tintes funestos, pues así como los pueblos sin dignidad son rebaños, las personas sin ella son esclavos.