"..."
Ellas llegan, te enamoran y se van. Te dejan en la mano un par de versos y un vacío en el alma lo suficientemente grande como para acabar el poema. Ese y otros cien. Ellas tienen la culpa de que escriba. La culpa del desamor. De la guerra. Si me apuras, del hambre. Están por todas partes. Nadie está a salvo. Nadie está a salvo del amor. De sentir.
Llámalo poesía, si quieres.
O instinto de supervivencia...
Soy uno de los que quedan., de los valientes, de los que son poesía.
De los que miramos al miedo de frente y le pisan las ganas de ir por delante.
A aquellos que creen que la música nació de tu risa,
que irían al fin del mundo por ti.
si no fuera porque prefieran quedarse a tu lado
(que ahí la vista es más bonita)
que se enamoran de los defectos porque te hacen más humana
y les acerca al imposible de cumplirte;
que te buscan, que te esperan,
que te sueñan, que te llenan.
El caso es que, para mi, existen siempre dos tipos de personas:
Aquellas con las que todo acaba cuando te acuestas con ellas
y
aquellas con las que todo empieza cuando te despiertas a su lado.
No soy mucho de llevar relojes.
Yo, el tiempo lo mido por sonrisas.
Y ya hace tres que te espero.
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