lunes, 2 de mayo de 2011

199 recetas para ser feliz


Cuando empezamos tenía 200.

Y parece que fue ayer cuando volviendo en ese tren todavía nos decíamos "te quiero". Parece que fue ayer cuando madrugábamos para pasarnos el día en la facultad, o cuando bajábamos por Zacatín en busca de alguna ganga en "Spagnolo" o de aquellos zapatos de los que te enamoraste en Mango...

Todavía mantengo fresco el recuerdo de aquel aeropuerto en el que dí el último adiós a una tierra a la que ya le toca cambiar. De aquella estación de autobuses en la que tú me diste tu último adiós, quizás sabiendo que ese si era el último. Una fría despedida, presagio de lo que se avecinaba.

Pero la vida es así, y por mucho que intentes cambiarla, de poco te puede servir. Llega un día en el que todos los planes se esfuman, desaparecen, se disuelven...y con ellos la ilusión, las ganas de pelear e incluso los buenos recuerdos.

Lo anhelado se desvanece y ahora sólo luchas por manterte erguido, porque el día culmine sin ninguna baja más, porque todo pase cuanto antes y porque en el capítulo último de este libro que un día escribimos, sólo quede el vivo recuerdo de lo que un día nos quisimos, por lo que un día luchamos y por lo que aquel día de tormenta te entregué.

Porque ya sólo me quedan 199 recetas para ser feliz.

Porque la 200 fuiste tú.
Ahora sí, me despido.

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