"Porque hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse como a una ventana llena de sol".
domingo, 1 de septiembre de 2013
El Alvia de las 18:50
Cuanto te echo de menos...
Cuanto duele este dolor...
Hoy es Domingo.
Día de antiguas despedidas en diferentes horarios. Al mediodía si estaba allí o a las 18:50 si habías venido a verme. Es Domingo, y aunque el sol luce, poco a poco Santander empieza a perder ese olor a Verano que ya en Mayo empieza a dejarse intuir. Es época de despedidas. Los amigos vuelven a sus ciudades para comenzar el nuevo curso, se acabaron las terrazas, El Puntal y es tiempo de ir desarmando los armarios en busca de jerseys, cazadoras, bufandas...
En definitiva, después del verano, todo vuelve a su imperfecta normalidad.
Pero esta vez lo hace con una diferencia. Contigo allí, quizás, y conmigo aquí, seguro.
Sin el Alvia de las 18:50, ni el autobús de la Burundesa de las 15:00. Sin despedidas que no parecían terminar nunca y tras las que afrontábamos la semana con una fuerza y entusiasmo propios de superheroes.
Sin lágrimas ni paseos a deshoras en las noches de Sábados.
Una normalidad cuya imperfección la hace volverse triste y gris.
Te quiero.
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