A raudales.
Así corre la vida.
Y yo, por fin, delante.
Siempre delante.
Porque hay que descubrir qué latido queremos vivir.
Y yo, por fin, creo haber descubierto el mio.
Porque hay que descubrir que crecer es aprender a despedirse.
El día que descubres que te despides mejor que hace unos años, ese día, descubres que efectivamente estás creciendo.
Mi último tren salió en Agosto de hace un par de años. Compré el billete sin yo saberlo. No sé si con ella quererlo. El día del viaje no encontré el andén. Descubrí que los valientes nunca huyen de los lugares en los que han sido felices. Y de pronto, me di cuenta de que a mi, la cobardía, me empieza a quedar un par de tallas grandes.
Así fue mi despedida.
Aunque, tal vez, no exista una intimidad más grande que la de dos miradas que se encuentran con firmeza y determinación, y sencillamente, se niegan a apartarse. A despedirse.
Pero eso es magia. Y los que la tienen, no necesitan trucos. Sólo ellos están destinados a encontrarla.
Creo en las cosas concretas. No me suelo fiar de la gente que intenta venderme algo que no se puede comprar. Por eso, dudo de la felicidad y creo en la alegría. Por eso dudo de la libertad y no de la voluntad. No creo en la igualdad, si no es de oportunidades. No creo en la gente. Sí en las personas. Personas a las que abrazarte, a las que pones nombre y cara, sentimientos, duelos y cicatrices. Creo en Dios. Y en el alma. Aunque también creo que hay gente -no personas- que ya la han perdido para siempre. Que juegan a hacer como el Sheriff de Nottingham, que sacaba tajada hasta del que había sobrevivido...
A raudales.
Así corre la vida.
Y yo. También.
Corro a raudales de la gente que habla lento. Porque me dan ganas de acabarle las frases. Deberían emitir el trailer que van a decir y luego ya, decidir nosotros si queremos quedarnos a ver la película entera.
Estoy empezando a correr de la gente que llega siempre tarde a todos los sitios.Sois ladrones de un tiempo que ya no me volverá. No tengo la culpa de tu falta de previsión temporal. Por eso voy a empezar a darte menos minutos de margen. Me levantaré y me iré. Y ya quedaremos otro día que te vaya bien quedar bien. Portazo y ya. La vida no está para regalarla y precisamente por ello, muy poca gente se merece que me dedique a esperar.
Me estoy enamorando. Y es de mi existencia.
No quiero flirtear ni un sólo milisegundo con la arrogancia pero tampoco quiero bailar toda la noche agarrarrado a las faldas de la modestia.
No se trata de hacer todo lo que hago...levantarme, ducharme, peinarme, colonia, me visto y adiós, porque eso es jugar, todos los días, a lo que no soy. No se trata de ahogar las penas en el mejor licor, porque tarde o temprano aprenderán a nadar.
Se trata de vivir. Cada tic-tac es un segundo de la vida que pasa, huye y no se repite. Hay en ella tanta intensidad, tanto interés, tanta belleza, que el problema es sólo saberla vivir.
Es cuestión de cada uno, resolverlo como pueda.
"Porque hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse como a una ventana llena de sol".
miércoles, 28 de octubre de 2015
sábado, 3 de octubre de 2015
Hasta qué...? tú quieras.
No soy yo.
Es mi lápiz.
Qué conste.
Ni más.
Pero tampoco, ni menos.
-------------------------------------
Quizás no seas tú,
Tal vez no sea yo,
Aunque, presumiblemente, seamos los dos.
¿Algo que objetar?
No pretendo hacer la mili.
¿Por qué me dices eso?
Porque no soy objetor.
¿Y de mi?
De ti, ¿qué?
De mi...¿qué eres?
Lo que tu quieras que sea.
Puedo ser el vestido que abrace tu cintura.
El maquillaje que anestesia las ganas que de ti, me entraron anteanoche.
Puedo ser el carmín que coloree la sonrisa con la que pintas cada palabra que atesoras en tu boca.
Pero si lo prefieres, puedo sólo ser, la media naranja con la que exprimas tus mejores buenos días.
Quizás no nos conozcamos.
Tal vez nunca sepamos de nosotros.
Presumiblemente hoy leas lo que, para ti, escribo.
Contigo no quiero ni París.
Ni Roma. Quizás sí, al revés.
Tampoco Santiago.
Contigo prefiero mi casa,
cogerte las manos
y guiarte a donde jamás has estado.
Ida sin retorno,
amor con insomnio,
cafés de madrugada
y sexo por placer.
Contigo, sí.
Hasta envejecer.
Porque no se trata de ser amantes,
tampoco novios.
Tal vez tampoco amigos.
Ser siempre y por siempre, el uno del otro.
Y aunque seguramente seas más perfecta que una tilde bien puesta,
Adiós.
Porque no hay nada más triste.
Porque hasta nunca es hasta nunca, pero un adiós es...
¿hasta qué?
Es mi lápiz.
Qué conste.
Ni más.
Pero tampoco, ni menos.
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Quizás no seas tú,
Tal vez no sea yo,
Aunque, presumiblemente, seamos los dos.
¿Algo que objetar?
No pretendo hacer la mili.
¿Por qué me dices eso?
Porque no soy objetor.
¿Y de mi?
De ti, ¿qué?
De mi...¿qué eres?
Lo que tu quieras que sea.
Puedo ser el vestido que abrace tu cintura.
El maquillaje que anestesia las ganas que de ti, me entraron anteanoche.
Puedo ser el carmín que coloree la sonrisa con la que pintas cada palabra que atesoras en tu boca.
Pero si lo prefieres, puedo sólo ser, la media naranja con la que exprimas tus mejores buenos días.
Quizás no nos conozcamos.
Tal vez nunca sepamos de nosotros.
Presumiblemente hoy leas lo que, para ti, escribo.
Contigo no quiero ni París.
Ni Roma. Quizás sí, al revés.
Tampoco Santiago.
Contigo prefiero mi casa,
cogerte las manos
y guiarte a donde jamás has estado.
Ida sin retorno,
amor con insomnio,
cafés de madrugada
y sexo por placer.
Contigo, sí.
Hasta envejecer.
Porque no se trata de ser amantes,
tampoco novios.
Tal vez tampoco amigos.
Ser siempre y por siempre, el uno del otro.
Y aunque seguramente seas más perfecta que una tilde bien puesta,
Adiós.
Porque no hay nada más triste.
Porque hasta nunca es hasta nunca, pero un adiós es...
¿hasta qué?
viernes, 2 de octubre de 2015
Desayunar...
Prólogo:
Nadie escoge su amor,
nadie el momento,
ni el sitio,
ni la edad,
ni la persona...
-----------------------------------------
Es mejor mirarlo como es. Crudamente y sin anestesia. Como cuando el espada se enfrenta al burel. A portagayola. Y que sea lo que Dios quiera, maestro.
Ama sin medida,
sin límite,
sin complejo ni consejo,
sin permiso,
sin ambages,
sin precio,
sin nada,
sin cura ni duda.
Porque, a veces, ellas están entre lo que queremos tener y lo que nos asusta tener. Pero si algo no tenemos ya, es edad de dejarnos con las ganas.
Y me doy cuenta de que ya estoy en esa edad cuando recuerdo que de niño me encantaba saltar desnudo sobre los charcos de agua. Ahora llueve y al acercarme a la ventana, sólo veo niños esquivando esos mismos charcos en los que yo, reí.
Pero, ¿qué es la edad más que una suma inacabada de nueve meses entre dos? Porque donde caben dos, caben tres. Por eso 27 o 37 debieran dar igual. Nuestro cumpleaños sólo debería recordarnos que nuestro tiempo viene con fecha de caducidad y que la vida se encoje o se expande en proporción a nuestro coraje.
No somos más que autómatas esperando toda una semana para que llegue el Viernes, todo un año para las vacaciones. Toda una vida para ser feliz.
Pero es que, un Viernes...un Viernes puede ser perfecto. Un Viernes puede ser el día que digas: voy a pasármelo bien, ir en busca del ataque de las chicas cocodrilo, notarlo, preguntar ¿qué soy yo para ti?, sufrir como un mamón, temblar, pedir que te devuelvan a tu chica pues ella sólo es la única enfermera que te gustaría tener si algún día te tuvieran que poner un marcapasos, como el de Marta, cuestionarte ¿por qué no ser amigos?, prometer no llorar y pasear dejando huellas en la bajamar.
Y no saber cuándo te enamoraste de ella, pero reconocer que aquella noche te cruzaste con la mirada más imposible del mundo. Cuando dándose la vuelta, sus ojos de gata te arañaron algo más que la camisa. Cuando, en aquel momento, sentiste que el brillo de una mirada y de su sonrisa, podían eclipsar el concierto de aquellos "Hombres G".
No le digas que la quieres porque así la vas a asustar. O sea, más todavía. Mejor dile que la prequieres. Es una etapa anterior a darte cuenta de que morir de amor es un dolor asumible. Lo insoportable es resucitar solo. Como si eso fuese el peor epitafio para dos amantes.
Porque, de tanto en cuanto, aparece alguien que es en lo que crees y que, con sus acciones, te confirma que esas creencias son ciertas. Una heroína de cómic que juega a ser humana contigo.
John Green, en "Looking for Alaska" lo definió con la sencillez y la mesura de alguien que alguna vez, lo probó: "Maybe there´s something you´re afraid to say, or someone you´re afraid to love, or somewhere you´re afraid to go. It´s gonna hurt. It´s gonna hurt because it matters".
El caso es que, aunque en ninguna carpa repartieron sobaos, tú decidiste comerte ese. ¿fue el primero en cruzarse en tu camino? Sí, pero antes de elegirlo, habías barajado otros y ese fue el que más te gustó. Por eso te lo vas a comer. Porque tienes hambre. Hambre de muchas cosas. Pero te lo vas a comer despacio. Y lo más importante es que todo lo has decidido tú. La primera decisión que tomas en varios días. Pero no la última.
Porque desayunar, pese a lo que muchos piensen, no es tan fácil como parece.
Nadie escoge su amor,
nadie el momento,
ni el sitio,
ni la edad,
ni la persona...
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Es mejor mirarlo como es. Crudamente y sin anestesia. Como cuando el espada se enfrenta al burel. A portagayola. Y que sea lo que Dios quiera, maestro.
Ama sin medida,
sin límite,
sin complejo ni consejo,
sin permiso,
sin ambages,
sin precio,
sin nada,
sin cura ni duda.
Porque, a veces, ellas están entre lo que queremos tener y lo que nos asusta tener. Pero si algo no tenemos ya, es edad de dejarnos con las ganas.
Y me doy cuenta de que ya estoy en esa edad cuando recuerdo que de niño me encantaba saltar desnudo sobre los charcos de agua. Ahora llueve y al acercarme a la ventana, sólo veo niños esquivando esos mismos charcos en los que yo, reí.
Pero, ¿qué es la edad más que una suma inacabada de nueve meses entre dos? Porque donde caben dos, caben tres. Por eso 27 o 37 debieran dar igual. Nuestro cumpleaños sólo debería recordarnos que nuestro tiempo viene con fecha de caducidad y que la vida se encoje o se expande en proporción a nuestro coraje.
No somos más que autómatas esperando toda una semana para que llegue el Viernes, todo un año para las vacaciones. Toda una vida para ser feliz.
Pero es que, un Viernes...un Viernes puede ser perfecto. Un Viernes puede ser el día que digas: voy a pasármelo bien, ir en busca del ataque de las chicas cocodrilo, notarlo, preguntar ¿qué soy yo para ti?, sufrir como un mamón, temblar, pedir que te devuelvan a tu chica pues ella sólo es la única enfermera que te gustaría tener si algún día te tuvieran que poner un marcapasos, como el de Marta, cuestionarte ¿por qué no ser amigos?, prometer no llorar y pasear dejando huellas en la bajamar.
Y no saber cuándo te enamoraste de ella, pero reconocer que aquella noche te cruzaste con la mirada más imposible del mundo. Cuando dándose la vuelta, sus ojos de gata te arañaron algo más que la camisa. Cuando, en aquel momento, sentiste que el brillo de una mirada y de su sonrisa, podían eclipsar el concierto de aquellos "Hombres G".
No le digas que la quieres porque así la vas a asustar. O sea, más todavía. Mejor dile que la prequieres. Es una etapa anterior a darte cuenta de que morir de amor es un dolor asumible. Lo insoportable es resucitar solo. Como si eso fuese el peor epitafio para dos amantes.
Porque, de tanto en cuanto, aparece alguien que es en lo que crees y que, con sus acciones, te confirma que esas creencias son ciertas. Una heroína de cómic que juega a ser humana contigo.
John Green, en "Looking for Alaska" lo definió con la sencillez y la mesura de alguien que alguna vez, lo probó: "Maybe there´s something you´re afraid to say, or someone you´re afraid to love, or somewhere you´re afraid to go. It´s gonna hurt. It´s gonna hurt because it matters".
El caso es que, aunque en ninguna carpa repartieron sobaos, tú decidiste comerte ese. ¿fue el primero en cruzarse en tu camino? Sí, pero antes de elegirlo, habías barajado otros y ese fue el que más te gustó. Por eso te lo vas a comer. Porque tienes hambre. Hambre de muchas cosas. Pero te lo vas a comer despacio. Y lo más importante es que todo lo has decidido tú. La primera decisión que tomas en varios días. Pero no la última.
Porque desayunar, pese a lo que muchos piensen, no es tan fácil como parece.
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