-" Estoy planeando mi tatuaje más ambicioso" - le dijo mientras acaba de saborear la taza de té que ella le había traído de su último reportaje en tierras persas.
-" Sabes, mi padre era muy fan del jazz. Escuchábamos grandes clásicos, uno detrás de otro, desde Dizzy Gillespie a Coltrane. El tocadiscos giraba en mi habitación y cuando entendía bien los ritmos, siempre le preguntaba qué era eso. Anotaba el nombre en un trocito de papel y salía a la tienda del barrio en busca de los discos que había apuntado de la colección de mi padre. Los escuchaba a todas horas y los cantaba como se me ocurría. Así era como me fundía la paga de 3 dólares de cada semana.
La música me permitía ser sincero. Hasta el punto que, a día de hoy, hay canciones que me niego a cantarlas porque me parecen muy duras".
"Todo lo que puedo ser para ti es una oscuridad que los dos conocemos bien. Así que haznos el favor de coger el próximo avión y disparar con tu cámara como si lo hicieses contra mi. A bocajarro."
Sophie se dio cuenta de que en una guerra civil -el amor lo era-, la primera baja era la de la justicia. -" Siempre te dije que la integridad personal es como una espada. No debería blandirse hasta el momento de ponerla a prueba, pero tú siempre apoyas tu mano en la empuñadura".-
-"Te juro que nunca he querido hacerte daño, Sophie".
-"Pronunciar un juramento es poner tu alma en peligro. Jamás vuelvas a hacerlo conmigo a menos que prefieras morir a quebrantarlo".-
Sophie solía pensar que, desde hace dos mil años, vivíamos en un mundo de dioses y diosas, pero que hoy en día el mundo sólo contaba con la supremacía de los dioses masculinos. Que las mujeres habían sido despojadas de su poder espiritual. Eso y que el peor tipo de soledad que asolaba el mundo era la de ser malentendido. Creía que podía incluso llegar a provocar que uno perdiera el contacto con la realidad...
-"Sabes, vivir contigo es como estar dentro de un cuadro de Dalí".
El portazo sonó como suena un signo de interrogación esperando una respuesta que no acababa de llegar.
Pese a su generoso sueldo, Peter iba a trabajar en un viejo y desconchado ciclomotor. Comía lo que se llevaba en una fiambrera sobre su escritorio en lugar de acudir al comedor y compartir conversaciones con los compañeros destinados, como él, por la Agencia. Paseaba siempre por el edificio acompañado de un halo de grandiosidad y respeto. En lo suyo, era brillante. Era amable y educado. Silencioso y armado de una ética impecable. Quizás, ese fue el motivo por el que su despido constituyese, a ojos de todos, una sorpresa.
Al poco de cerrarse, el pomo de la puerta volvió a girar.
Era ella de nuevo. Sophie.
-"Dime, ¿estarías dispuesto hoy a matar a la mitad de la población, si con eso pudieses salvara nuestra especie de la extinción?"-.
Apurando las últimas gotas del té, Peter respondió:
-" El hombre llega mucho más lejos por lo que teme que para alcanzar lo que desea. El camino al paraíso, pasa por el infierno. Dante nos lo enseñó".-
-"Sophie, querida, cuando una pregunta carece de respuesta correcta, sólo queda la respuesta sincera. Siento que te duela".-
-"El perdón es el mejor regalo de Dios, Peter. Pero tú ya no entiendes de eso."-
Al cabo de unos segundos, el único recuerdo que quedó en la habitación fueron las notas de que aquel perfume francés que tan bien olía sobre el pecho de Sophie.
En aquel momento, Peter hubiera dado su vida por escuchar aquel vinilo de Gillespie titulado "Portrait of Jenny". Por eso y por la felicidad. Por su precio. Por los 3 dólares de aquellos años.
"Porque hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse como a una ventana llena de sol".
lunes, 11 de abril de 2016
No me tientes...
Como cuando escuchas con verdadero deleite un buen disco de Amy...y te preguntas, ¿acaso hubo alguno malo?
Como cuando te apetece beber la vida con pajita y entre dos.
Como cuando caes en la cuenta de lo magnífico de la vida.
Como cuando un "help yourself" sonó mejor que el mejor rompiente de olas al atardecer.
Como cuando saboreas el salitre de la marinera y la confiesas que nunca podrás vivir lejos de ella.
Como cuando te sientes con fuerza para que te vuelvan a crujir el corazón en dos.
Como cuando piensas en alguien e inevitablemente sonríes un "no estuvo mal"-.
Como cuando busco la más absurda de las excusas para escribirte.
Como cuando te pregunto qué tal y la respuesta no merece los nervios de la tensa espera.
Y es que, en cierto modo, la vida es como el buen jazz...es mucho mejor cuando improvisas. Cuando dices que sí cuando realmente querías decir no. Cuando te atreves a llamar en vez de a escribir. Como cuando galopas en vez de trotar.
Dijo alguna vez Machado que las únicas cosas que Estados Unidos había dado al mundo eran los rascacielos, los cocktails y el jazz.
Y es que, si pudiese retroceder el tiempo volvería a los sesenta y saldría por ahí con Lou Rawls, Marvin Gaye, Ray Charles...
Tus caderas bailarían sudando "teach me tonight" y mi cintura le diría a la tuya: -"pégate más".
Luego recogería tus pasos por la habitación y te invitaría a desayunar el amanecer más íntimo de cualquier buffet de hotel de medio pelo.
Recorrería el mundo en mi VW de color estridente. Con mi perro. Con Curra, sí. Seríamos trotamundos del asfalto. Seríamos Bonnie and Clay...tú también podrías venir.
Seríamos felices.
Añado.
Seríamos más felices.
Así que no me tientes.
Porque si nos tentamos, no nos podremos olvidar.
Como cuando te apetece beber la vida con pajita y entre dos.
Como cuando caes en la cuenta de lo magnífico de la vida.
Como cuando un "help yourself" sonó mejor que el mejor rompiente de olas al atardecer.
Como cuando saboreas el salitre de la marinera y la confiesas que nunca podrás vivir lejos de ella.
Como cuando te sientes con fuerza para que te vuelvan a crujir el corazón en dos.
Como cuando piensas en alguien e inevitablemente sonríes un "no estuvo mal"-.
Como cuando busco la más absurda de las excusas para escribirte.
Como cuando te pregunto qué tal y la respuesta no merece los nervios de la tensa espera.
Y es que, en cierto modo, la vida es como el buen jazz...es mucho mejor cuando improvisas. Cuando dices que sí cuando realmente querías decir no. Cuando te atreves a llamar en vez de a escribir. Como cuando galopas en vez de trotar.
Dijo alguna vez Machado que las únicas cosas que Estados Unidos había dado al mundo eran los rascacielos, los cocktails y el jazz.
Y es que, si pudiese retroceder el tiempo volvería a los sesenta y saldría por ahí con Lou Rawls, Marvin Gaye, Ray Charles...
Tus caderas bailarían sudando "teach me tonight" y mi cintura le diría a la tuya: -"pégate más".
Luego recogería tus pasos por la habitación y te invitaría a desayunar el amanecer más íntimo de cualquier buffet de hotel de medio pelo.
Recorrería el mundo en mi VW de color estridente. Con mi perro. Con Curra, sí. Seríamos trotamundos del asfalto. Seríamos Bonnie and Clay...tú también podrías venir.
Seríamos felices.
Añado.
Seríamos más felices.
Así que no me tientes.
Porque si nos tentamos, no nos podremos olvidar.
viernes, 8 de abril de 2016
Con la uve de tus granos.
No todos los niños tienen la constancia y la valentía de escarbar hasta dar con la bondad. Por eso, la proyección de la culpa evita asumir la responsabilidad de los propios actos. El problema siempre es de los demás, que no los entienden.
Al menos, eso musita Kafka en su "Carta al padre".
Una edad.
Ni tan joven ya, ni todavía viejo. Una edad rara -dicen -, seria. Una edad gris. No lo sé. Suficiente, eso sí, para que a veces sientas que los mejores días ya han volado. Y lo que es peor aún, que no fueron tan buenos como nos prometieron.
Creo que ya sólo me quedan amores agazapados en la oscuridad. Amores que no pueden ser eternos, ni mucho menos perfectos a los ojos de la gente "normal". Pasiones que se viven, para después matarse, en callejones que no hablan, que no pueden gritar como nosotros. Que se viven en unas cuantas horas que le robamos a nuestra propia realidad.
Porque ya sé que la vida es un ir y venir de girar pomos.
Ya sé que son malos tiempos. Que los hijos han dejado de obedecer a los padres y todo el mundo escribe libros...
Que es tanta la crisis, que hasta lo prometido es deuda.
Porque me gustaría decir que te quiero sin miedo a lo que la gente dijera por ahí...que te quiero con granos y también sin ellos.
Y es que, quizás, antes que el turismo prefiero el tú mismo.Viajar, sí. Pero no hacia los lugares, sino hacia las personas. Partir hacia alguien. Tú, por ejemplo. Perder mis maletas, sufrir tus retrasos y en la medida de los posible, no acordarme jamás del billete de vuelta.
Tengo comprobado que es la mejor forma de viajar en primera.
Porque a veces sientes que, con ella delante, el sol calienta más de lo que sus posibilidades le permiten en primavera.
Será por eso por lo que, es en las noches de Diciembre, cuando el termómetro está a cero, cuando más pensamos en el sol.
Al menos, eso musita Kafka en su "Carta al padre".
Una edad.
Ni tan joven ya, ni todavía viejo. Una edad rara -dicen -, seria. Una edad gris. No lo sé. Suficiente, eso sí, para que a veces sientas que los mejores días ya han volado. Y lo que es peor aún, que no fueron tan buenos como nos prometieron.
Creo que ya sólo me quedan amores agazapados en la oscuridad. Amores que no pueden ser eternos, ni mucho menos perfectos a los ojos de la gente "normal". Pasiones que se viven, para después matarse, en callejones que no hablan, que no pueden gritar como nosotros. Que se viven en unas cuantas horas que le robamos a nuestra propia realidad.
Porque ya sé que la vida es un ir y venir de girar pomos.
Ya sé que son malos tiempos. Que los hijos han dejado de obedecer a los padres y todo el mundo escribe libros...
Que es tanta la crisis, que hasta lo prometido es deuda.
Porque me gustaría decir que te quiero sin miedo a lo que la gente dijera por ahí...que te quiero con granos y también sin ellos.
Y es que, quizás, antes que el turismo prefiero el tú mismo.Viajar, sí. Pero no hacia los lugares, sino hacia las personas. Partir hacia alguien. Tú, por ejemplo. Perder mis maletas, sufrir tus retrasos y en la medida de los posible, no acordarme jamás del billete de vuelta.
Tengo comprobado que es la mejor forma de viajar en primera.
Porque a veces sientes que, con ella delante, el sol calienta más de lo que sus posibilidades le permiten en primavera.
Será por eso por lo que, es en las noches de Diciembre, cuando el termómetro está a cero, cuando más pensamos en el sol.
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