viernes, 8 de abril de 2016

Con la uve de tus granos.

No todos los niños tienen la constancia y la valentía de escarbar hasta dar con la bondad. Por eso, la proyección de la culpa evita asumir la responsabilidad de los propios actos. El problema siempre es de los demás, que no los entienden.

Al menos, eso musita Kafka en su "Carta al padre".

Una edad.
Ni tan joven ya, ni todavía viejo. Una edad rara -dicen -, seria. Una edad gris. No lo sé. Suficiente, eso sí, para que a veces sientas que los mejores días ya han volado. Y lo que es peor aún, que no fueron tan buenos como nos prometieron.

Creo que ya sólo me quedan amores agazapados en la oscuridad. Amores que no pueden ser eternos, ni mucho menos perfectos a los ojos de la gente "normal". Pasiones que se viven, para después matarse, en callejones que no hablan, que no pueden gritar como nosotros. Que se viven en unas cuantas horas que le robamos a nuestra propia realidad.

Porque ya sé que la vida es un ir y venir de girar pomos.
Ya sé que son malos tiempos. Que los hijos han dejado de obedecer a los padres y todo el mundo escribe libros...
Que es tanta la crisis, que hasta lo prometido es deuda.

Porque me gustaría decir que te quiero sin miedo a lo que la gente dijera por ahí...que te quiero con granos y también sin ellos.

Y es que, quizás, antes que el turismo prefiero el tú mismo.Viajar, sí. Pero no hacia los lugares, sino hacia las personas. Partir hacia alguien. Tú, por ejemplo. Perder mis maletas, sufrir tus retrasos y en la medida de los posible, no acordarme jamás del billete de vuelta.
Tengo comprobado que es la mejor forma de viajar en primera.

Porque a veces sientes que, con ella delante, el sol calienta más de lo que sus posibilidades le permiten en primavera.

Será por eso por lo que, es en las noches de Diciembre, cuando el termómetro está a cero, cuando más pensamos en el sol.

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