lunes, 20 de abril de 2015

Eres sesenta segundos de mi sangre.

Tenía ganas de un café, una lámpara, ventanas abiertas y cielo estrellado. De eso y de un folio en blanco y Curra mirando. También de una maleta y un aeropuerto, pero de momento sólo hay dinero para soñar. Para soñar lo que escribo.


Por eso de nuevo estoy aquí. Porque lo necesito. Hace tiempo que no me desahogo y hoy quiero vomitar de nuevo palabras. Frases inconexas que a veces musito y que a veces lloro a escondidas. Frases que en ocasiones suelto a carcajadas esperando que la vida me devuelva la misma sonrisa. Esa de dentadura perfecta y pintalabios carmín.

Y es que en ocasiones nos perdemos en sinsentidos y en sinsabores creyendo lo que no es. Y es que quizás, la cuestión no es pedir que nos quieran sino simplemente que nos entiendan. Pero en una vida electrizantemente prejuiciosa el verbo más utilizado es "creer" seguido del predicado "lo que no es". El sujeto en este caso es elíptico para que cada uno escoja el suyo propio: Tú, él, ella...

Y si algo llevo aprendido en estos veinticinco que poco a poco van mudándose camino de los veintiseis, es que a las personas hay que quererlas, hay que amarlas, hay que cuidarlas. Igual que se quiere al perro que decides adoptar haciéndote responsable de toda su vida. Con un amigo, con una amiga, con la chica por la que madrugas para coincidir en el parking de la facultad hay que ser así. Porque ni la amistad ni los noviazgos son contratos formales pero sí vinculantes. Nos responsabilizamos de las lágrimas, de las sonrisas, de las manos entrelazadas, de los portazos y de los buenos días con zumo de naranja, tostadas y sonrisa con beso. De dar la talla. Aunque haya personas a las que no podamos ofrecer un beso, un buenos días o ni siquiera una sonrisa. No podemos agradar a todo el mundo igual que no todo el mundo nos agradará.Y no es que seamos por ello antisociales. Sólo somos antialgunaspersonas. Pero en nuestro pequeño jardín de momentos compartidos y por compartir, es importante sembrar al menos tres veces por día. Creo que fue Robin Lane Fox el que preguntó en su clase de Oxford para qué servía tener un jardín y se encontró con la maravillosa respuesta de un alumno: para besarse.Resultado de imagen de sombras en pareja

Porque yo creo que dos personas que se hacen reir, han de tener derecho a todo. 

Porque hace tiempo que dejé de creer en eso de que había que morir por algo y empecé a creer que por lo que habría que morir sería por alguien.

Un amigo siempre dice que los hombres (estamos en edad de usar el sustantivo) como nosotros nos merecemos mujeres de Champions y fíjate que yo soy del atleti. Y aunque el fútbol no es lo mio, la vida es un juego que siempre está en marcha. Por eso, ganes, pierdas o empates, habrá veces que tengas que discutir con el árbitro, otras saltarte las reglas e incluso marcar en fuera de juego. Eso y saber que lo importante no es el marcador sino la forma en la que juegas tu partido.

No sé si sabréis que los bocartes (soy de Santander) son animales gregarios, siempre necesitan estar rodeados de bocartes semejantes. Pues si en algo nos parecemos las personas a ellos creo que es en eso. Aunque a veces huyamos de situaciones, gustos, sabores y personas. Habrá quién lo llame egoísmo pero a mi me gusta tutearnos y llamarlo amor propio.

Y ahora sí, te pienso. Las cosas empezaron bien, nos vimos unos días. Paseos, mantas, risas, pipas, maquillando el pasado para parecer más de lo que en realidad éramos...lo normal. Así estuvimos algunos meses hasta que uno sugirió algo más. Importante punto de inflexión. Vinieron entonces los regates, los pretextos, los mensajes sin hora, las llamadas distanciadas en el tiempo...lo normal. Se empezó a cumplir la teoría física (siempre fue mayor que la química) de los vasos comunicantes, en la que uno siempre quiere y otro siempre se deja querer. Al final, con el corazón sin presupuesto, tú te cansaste de seguir, de no encontrar las llaves de mi pecho (nunca buscaste las del corazón) y una buena tarde después de decirte que no quería verte, me enteré de que ya no volabas en mi colchón. Y yo que alguna vez te esquivé, empecé a quererte...lo normal.

Y resultó que superar lo que un día tuvimos y al siguiente perdimos fue realmente la cosa más dura que le ha pasado al amor en toda su vida.

Y entonces, decidí anunciarme por palabras: "proyecto en curso de hombre sin tiempo para quejas con el alma escarmentada y la ilusión en rehabilitación, busca proyecto de mujer con buenas vistas, dispuesta a estrellar su corazón contra el mío y a repetir cada noche esas noches que no se pueden repetir. Interesadas acudir el 31 de Febrero al café Jamás". Y aunque irónico, nunca nadie se presentó.

En definitiva, he aprendido que las personas que realmente nos rodean, son absolutamente maravillosas y únicas. Porque aunque a veces creamos que no somos nadie en un mundo de 7.502.560.981 de nadies, medio litro de nuestra sangre puede salvarle la vida a tres personas. Eso y que nuestro corazón bombea cinco litros cada minuto. Lo que significa que por cada sesenta segundos que estoy vivo tengo la capacidad de revivir a otras diez personas.

¿Creéis que me puedo permitir el lujo de pensar que soy insignificante? Porque nadie es rico hasta que no tiene algo que el dinero no puede comprar. Y es que yo, de momento, me quiero lo suficiente como para ponerme en venta.

Termino el café, apago la luna y escribo:
Hasta mañana.
Resultado de imagen de taza de cafe y luna

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