viernes, 24 de abril de 2015

Junta los labios y sopla.

Estoy en racha. Lo sé.
Me gustas. Lo sabes.

Decidí tener poesía en mi vida. Y aventura. Y amor. Amor por encima de todo. Amor del que derriba la vida con un leve roce. Impetuoso. Ingobernable como un motín en el corazón.

Pero no decidí que tú me acabarías gustando. Y no es un gusto de una cucharada y ya. Es ese gusto dentro de los gustos de los que te apetece seguir probando porque jamás acabas saciado. De los que te apetece saborear con los dedos.

Y siempre que vengo por aquí lo hago sin expectativas.

Quizás, porque no quiera que sea como ver a alguien por primera vez. No quiero que nos miremos por unos segundos y que haya una especie de reconocimiento como si los dos supiéramos algo. Porque siempre, siempre, al siguiente momento la otra persona se ha ido y es demasiado tarde para hacer algo al respecto.

Y no. No te voy a besar. Aunque lo necesite mucho. Ese es tu problema. Deberías ser besada más a menudo y por alguien que supiera cómo hacerlo.

Porque para mi, el amor está en todas partes. ¡Y así me va! No siempre le damos importancia y rara vez aparece en las noticias, pero siempre está ahí. Y es que cuando las torres gemelas cayeron, ninguna de las llamadas que hicieron las personas que en ese atentado murieron, fueron de odio o venganza. Todos fueron mensajes de amor. Si lo buscas, tengo la sospecha de que, realmente, el amor está en todas partes.

No tienes que decir nada. Si quieres que te bese, si quieres que sea poesía, aventura o amor, sólo silba. ¿Sabes silbar, no? Juntas los labios y soplas.

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