domingo, 28 de junio de 2015

Costes y amor.

A los que buscan
aunque no encuentren.

A los que avanzan
aunque se pierdan.

A los que viven
aunque se mueran.

A ti. A tus imperfecciones.
Dámelas porque con ellas me conformo.

Un día un duende me dijo que había cosas peores que estar solo pero que a menudo hacía falta décadas para entenderlo. Y que en la mayoría de los casos, cuando lo entiendes, ya es demasiado tarde. Y no hay nada peor que un "demasiado tarde".

- ¿Y por qué te dijo eso un duende, si los duendes no existen?
- Si existen tontuela, cualquier día te encuentras tú uno...
- Eso es imposible.
- No hay nada imposible en el mundo. Sólo una cosa es imposible.
- ¿El qué?
- Que tú y yo no nos cumplamos. Somos leyes de la naturaleza y estamos obligados a hacerlo.

Y caí en la cuenta de que enamorarse no tiene mayor mérito. Porque lo realmente heróico es salir indemne de una historia de amor. Pero si lo consigues será porque nunca quisiste como merecían ser queridos.

El "pero". Quizás sea la palabra más puta que conozco. -"te quiero, pero..."; "podría ser genial, pero..."; "no es grave, pero..."-. ¿Te das cuenta? Es una palabra de mierda que en un segundo tiene el poder de dinamitar lo que era o lo que podría haber sido pero no fue.

El caso es que, después de haber probado las prisas, los amores precipitados, los te quiero a primera vista, la abolición de los preliminares, las cremalleras atropelladas, de haberme enamorado de desconocidas desqueriéndolas a contarreloj, me doy cuenta de que necesito un amor a fuego lento.

Necesito un picoteo rápido cenando, un aperitivo en la arena, bailar canciones de los ochenta, ver pelis con mantas y palomitas. Necesito ser consciente de que no sé nada y de que necesito saberlo todo. Te vi un día por los pasillos y sentí que te conocía de toda la vida.

Y quizás, esa haya sido la clase más importante de mis tres años en económicas. Cuando te vi entendí de una maldita vez lo que son los costes de oportunidad: el valor de la mejor opción no realizada. Aquello a lo que renunciamos cuando tomamos una decisión. Y es que hace días, pasadas un par de horas las dos de la mañana y pasados también los gintonics coleccionados, caí en la cuenta del resto de invitados de aquella fiesta de hace un par de veranos con los que podría haber estado ligando y a los que ni ella ni yo hicimos caso, creyendo que la mejor opción eramos ella y yo. Hubo muchas noches que siguieron a aquella en la que por mucho que valiese la mejor opción no realizada, nos parecía poca cosa frente a estar juntos. Ella y yo. Tardó en hacerme saber que aquello no valía la pena.

Y el caso es que ahora me encuentro ante la misma situación. De entre todos los pasillos, tuve ese día que cruzar aquel para encontrarme contigo tomando el sol. Pero me parece muy frío eso de pensar, para el amor, en los costes de oportunidad. Las oportunidades vienen para no volver jamás. " Que si las dejas pasar desaparecerán, y que tenemos una vida y hay que vivirla, así que lo que no puedo hacer es pensar en quién no se lo merece, y dejar pasar oportunidades cuyo coste es mucho mayor que la opción que no me deja verlas".

viernes, 26 de junio de 2015

Tú decides.

No has de querer a una persona sólo para ti. Las has de compartir con la naturaleza, con el mundo. Debemos saber que no nos pertenece. Y es que, si deseas algo sólo para ti, tarde o temprano lo perderás.

El mundo es el patio más grande del mundo y como en el cole, siempre es en el patio donde queríamos coincidir con aquella niña de trenzas con la que aprendimos a saborear la palabra amor. Y el patio está para vivir. Para sentir la adrenalina previa al te quiero susurrado en sus oídos. Al me gustas con tus pecas y algo más. Al me besas o nos besamos, qué más da.

Creo que fue Mark Twain quién dijo que morimos a los 27 y nos enterraban a los 72. Eso quiere decir que me queda un año y un par de puñados de meses para saborear el alma de aquellas caricias sin dar. Y es que alguna vez alguien dijo que las cicatrices de los miedos eran fruto de las caricias pérdidas.

Ese mismo que dijo también que aquel que tenía porqué vivir podía enfrentarse a cualquier cómo...

Ahora, no después, te pregunto, te
apetece ser más mi porqué o mi cómo?
Yo no elijo.
Tú decides.

martes, 16 de junio de 2015

Nos lo merecemos.

Una maleta.
Un par de vaqueros, unas camisas y americana.

Un aeropuerto.
Sin billete, sin destino, sin "quizás".

Un hotel. O mejor, tu habitación.
Una cama deshecha, la ropa por el suelo, tu perfume sin tapar.

Una terraza.
Un atardecer, el mar y un par de gintonics.

Una conversación.
Sin tapujos, sin vergüenzas, sin rodeos.

Una risa.
Una carcajada que consiga enmudecer mis ganas de rozarnos.

Un buen vino.
Sin descorches, con dos copas y tus labios dejando marca.

Una cuenta.
Sin pagar, en blanco y entre dos.

Un amanecer.
El sabor de tu risa, el recuerdo de anoche, no querer despertar.

Una nota.
Volveremos, volverás, nos querremos, me querrás.

Nos lo merecemos.
Venecia a nuestros pies.







domingo, 14 de junio de 2015

Toque de queda. Y te toqué.

Cuando los mayores dicen: "Los adolescentes pensáis que sois invencibles", con esa sonrisa de perfil creyéndose dueños de si mismos,no son conscientes de cuán grande es su falsa convicción.

Estoy en una edad. Ni tan joven ya, ni lo suficientemente avanzada como para ser relamidamente responsable. Una edad rara -dicen-, seria. Una edad entre interrogantes y puntos suspensivos...no lo sé. Suficiente, eso sí, para que a veces sienta que los mejores días están por llegar. Y lo que es mejor aún, que serán mejor de lo que espero.

Y te das cuenta de que lo que llega es mucho más que maravilloso de lo que esperabas, cuando huele a perfume de mujer. Cuando su coleta es morena. Cuando nada más llegar, tus esquemas empiezan a romperse y empiezas a ser infiel a todas esas promesas que alguna vez prometiste no hacer.

Yo era torpe, ella será- ya lo eres- preciosa. Yo era un peñazo, ella será -desconozco si lo eres ya- fascinante hasta el infinito. Creo que si las personas fuesen lluvia, yo sería una llovizna y ella un huracán.

Y aunque el primer amor siempre es como la viruela, pues deja una huella imborrable, el amor último es, por regla general, como una peli triste. Me explico: cuando sabes el final de una película y aún así vuelves a verla, es cuando te fijas en todos los detalles que guarda. Y yo sólo quería mirarla una última primera vez. El recuerdo, sí. Otro tipo más de cicatriz.

El caso es que algún día te veo con libros y apuntes a cuestas y pienso que contigo, siempre voy en busca de un Gran quizá. Mira, te lo voy a plantear de la siguiente manera: para mi, tú eres la número uno, pero es que ni siquiera hay número dos. Creo que nunca me atrevería a espetártelo de esa manera. No, a menos de que me encontrase algo ebrio. Quizás tener miedo no sea la mejor excusa para compartir luna y almohada. Pero hoy tu estás en tu cama y yo en la mia. Y no es la misma, ni por asomo. Está claro que algo estamos haciendo mal.

- ¡A veces no te entiendo!
Ni siquiera me miró. Sólo sonrió hacia el televisor.
- Nunca me entenderás. De eso se trata.

Porque me he propuesto que mi sonrisa le diga a la tuya que le gustas.
Comienza nuestro toque de queda: Quédate la dije. Y la toqué.

miércoles, 3 de junio de 2015

Españolito que vienes al mundo.

No contentos con dar a luz al monstruito, ahora le quieren dotar de alas para que vuele en libertad.

Ya es mayor, por lo visto, para que abandone el nido y tome decisiones por si sólo, incluso aquellas que le den pie a exigir.

Y predica algún que otro intelectual, de esos que también trinca pero sin corbata y en vespa, que no saben si tendrán alas lo suficientemente grandes como para invertir el vuelo de un Estado nacionalizado y nacionalizable, según y para ellos. Lo suficientemente grandes como para tomar el cielo por asalto.

Ostras, Pedrín, cría cuervos y te sacarán los ojos. Enfatícese bien el nombre, por favor.
El caso es que cuando un tonto elige un camino, el camino acaba pero el tonto sigue.

Y muy a mi pesar, caminos sin atajos, quedan pocos. Igual que versos sin prosa. Igual que discursos sin ambages.
Y muy a pesar, tontos hay muchos, tantos que en España no cabe uno más.

Asi qué, pidiéndolo encarecidamente, les ruego vayan saliendo.
A los que lo son de derechas (tontos digo) y de izquierdas. Incluso a aquellos que lo son de nacimiento.
A los pijos, a los progres, a los perros, a los flautas, a ambos y a todos en general.

Y lo pido por activa, por pasiva y por perifrástica.
Hay infinidad de países esperando a que llegue alguien que en el mundo de los ciegos, quiera hacer de rey tuerto.
Pero no España.

El caso es que en ocasiones siento vergüenza de sentirme español.
Y me autoculpo por sentirlo.
Igual que la víctima se culpa ante el sentimiento de tristeza que le brota de ver a su verdugo.

El caso es que hace mucho que dejé de interesarme por la política y empecé a interesarme por mi futuro.
Fue ese momento, en el que descubres que el último no lo decide aquel, sino tú.

Ese momento en el que te maldices por haber nacido con un pan bajo el brazo y no con un maletín negro en el que se pudiera leer "Minnistro de tal..."

Españolito que vienes al mundo, qué bien te definió Machado.