miércoles, 3 de junio de 2015

Españolito que vienes al mundo.

No contentos con dar a luz al monstruito, ahora le quieren dotar de alas para que vuele en libertad.

Ya es mayor, por lo visto, para que abandone el nido y tome decisiones por si sólo, incluso aquellas que le den pie a exigir.

Y predica algún que otro intelectual, de esos que también trinca pero sin corbata y en vespa, que no saben si tendrán alas lo suficientemente grandes como para invertir el vuelo de un Estado nacionalizado y nacionalizable, según y para ellos. Lo suficientemente grandes como para tomar el cielo por asalto.

Ostras, Pedrín, cría cuervos y te sacarán los ojos. Enfatícese bien el nombre, por favor.
El caso es que cuando un tonto elige un camino, el camino acaba pero el tonto sigue.

Y muy a mi pesar, caminos sin atajos, quedan pocos. Igual que versos sin prosa. Igual que discursos sin ambages.
Y muy a pesar, tontos hay muchos, tantos que en España no cabe uno más.

Asi qué, pidiéndolo encarecidamente, les ruego vayan saliendo.
A los que lo son de derechas (tontos digo) y de izquierdas. Incluso a aquellos que lo son de nacimiento.
A los pijos, a los progres, a los perros, a los flautas, a ambos y a todos en general.

Y lo pido por activa, por pasiva y por perifrástica.
Hay infinidad de países esperando a que llegue alguien que en el mundo de los ciegos, quiera hacer de rey tuerto.
Pero no España.

El caso es que en ocasiones siento vergüenza de sentirme español.
Y me autoculpo por sentirlo.
Igual que la víctima se culpa ante el sentimiento de tristeza que le brota de ver a su verdugo.

El caso es que hace mucho que dejé de interesarme por la política y empecé a interesarme por mi futuro.
Fue ese momento, en el que descubres que el último no lo decide aquel, sino tú.

Ese momento en el que te maldices por haber nacido con un pan bajo el brazo y no con un maletín negro en el que se pudiera leer "Minnistro de tal..."

Españolito que vienes al mundo, qué bien te definió Machado.

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