lunes, 21 de diciembre de 2015

Sangre y arena. Y entremedias, tú.

Y aunque nada espléndido ha sido forjado con sangre fría, hace falta algo de mesura para forjar y un gran corazón en llamas para lograrlo. Y de mis rescoldos la surada hace fuego.
Pero siempre con cautela, pues aquel que quiere permanente llegar a lo más alto, debiera de contar que con cierta probabilidad algún día le invadirá el vértigo.

Y a veces esperamos convertirnos en cazadores de sueños, ganadores de los juegos del hambre, magos, semidioses, ángeles...y al final, nos acabamos conformando con tener algo a nuestro nombre. Aunque sólo sea un amor...¿sólo? Tener un amor a nuestro nombre es suficiente para vivir.

Porque motivados por la fuerza del amor, fragmentos del mundo se buscan entre sí para que puede haber un mundo. Tu mundo. Y el mio.

Y me preguntaste - ¿deja vú? - y te contesté que tú y yo ya nos habíamos olvidado antes. Y apuntalé que siempre oí decir que el cobarde abandonaba antes su dignidad que el campo de batalla.

Pero nos cruzamos alguna vez de noche. Otras en lanchas de ida y vuelta al Puntal. Y aunque nunca te despeinarás ni por mi ni conmigo, quería que supieras que yo si lo hice al mirarte mientras pasabas.

No te tomes a mal lo de ésta noche, pero últimamente mi sangre bombea sin termostato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario